lunes, 16 de junio de 2008

ANDRÉS NEUMAN

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"Una mariposa"
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Mamá, exclamó la niña llegando a la carrera, mamá, ¿para qué sirve una tela de araña?
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Su madre la miró extrañada. El marido, que en ese momento hablaba por su teléfono móvil, le sonrió de reojo.
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¿Cómo que para qué sirve?, preguntó la mujer parpadeando. Sí, insistió la niña, ¿las telarañas son buenas o malas? Su madre le acarició el cabello, le acomodó las solapas de la camisita y, para ganar un poco de tiempo, dijo: ¿Por qué lo preguntas, mi cielo? Ahí, en ese árbol, la informó la niña, hay una mariposa muy bonita. Yo la he visto. Está atrapada en una tela de araña y no puede salir. ¡Ah!, rió su madre, ya entiendo, ¡pobrecita mariposa! Es muy bonita, repitió la niña, y no puede salir. ¿Quieres que la salvemos, cariño?, le propuso su madre. Sí, contesto la niña con mucha seriedad. Su madre se levantó del banco. Caminaron juntas hasta el árbol. La niña señaló una de las ramas. Al principio la mujer no vio nada. Al rato divisó a la mariposa, una mariposa de vetas amarillas y turquesas, agitando débilmente una de sus alas. Así me gusta, la felicitó su madre alzando a su hija en brazos, ¡allá vamos, preciosa!, ¡suéltala, araña mala!
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El padre de la niña colgó el teléfono y se acercó al árbol. Observó atentamente a la mariposa. Mientras tanto la niña había partido una ramita y la blandía estirando un brazo a duras penas, tratando de llegar hasta la telaraña.
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Oye, dijo él tocándole un hombro a su esposa, disculpa, ¿por qué no le has contestado? Ella se volvió hacia su marido. ¿Cómo?, dijo sin dejar de sostener a su hija en lo alto, ¿qué dices? Pregunto, le dijo él al oído, por qué no le has contado la verdad. ¿Y cuál es la verdad, si puede saberse?, murmuró ella con fastidio. Muy fácil, querida, contestó él en ese tono de neutralidad científica que solía adoptar cuando discutía con su mujer. Que por muy feas que sean las arañas, en realidad no son ni buenas ni malas, sino que se limitan a sobrevivir. Que la tela de araña es su medio de vida, igual que otros seres pescan, cazan o lo que sea. Que todo tiene un ciclo y las mariposas también, aunque sean muy bonitas. Si me lo hubiera preguntado a mí le habría explicado eso. Tenemos que educarla en la complejidad de las cosas, ¿no?, es ley de vida. Muy bien, contestó ella levantando un poco la voz, pero la niña no te lo preguntó a ti sino a mí. A lo mejor fue porque tú estabas hablando por ese dichoso teléfono, como casi siempre que salimos de paseo con ella. Además para mí educar a nuestra hija también consiste en enseñarle a proteger lo que es hermoso, aunque sea muy frágil o dure muy poco. Esto también es ley de vida, señor sabelotodo. Y no veo por qué el escepticismo va a hacerla más sabia que la compasión por la belleza. ¡Bueno, bueno!, retrocedió él, tampoco es para tanto, no te enfades. No me enfado, dijo ella, me da pena.
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En el parque empezaba a soplar el viento. Las hojas se agitaban como insectos a punto de echar a volar.
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Mientras sus padres seguían discutiendo, el brazo de la niña hizo un último esfuerzo, alcanzó su objetivo y movió la ramita dentro de la telaraña. Enseguida la ramita destrozó el entramado e impactó bruscamente contra el tronco, haciendo caer al suelo a la pequeña araña y aplastando a la mariposa de alas amarillas y turquesas.

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* Entre los nuevos nombres que han surgido en la literatura en castellano, destaca junto a otros pocos, como poeta, narrador y brillante ensayista, Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977). Este microrrelato es inédito.
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* Fotos de Manuel M. Mateo.
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8 comentarios:

Anónimo dijo...

Está bien el relato, ¿eh?

Saludos,
Rafael.

Anónimo dijo...

La última foto fue tomada en el bar ANAÏS (c/buensuceso, 13-Granada), imagino que en un lunes de poesía. Y digo que lo imagino porque yo estaba en aquella noche de DE MES EN CUANDO en la que Andrés Neuman leyó el cuento que le publicaba la susodicha DE MES EN CUANDO y muchos más que la audiencia le pidió con fervor. Nunca olvidaré esa noche: dos semanas después yo presentaba mi cuento en el mismo ciclo. Después de Neuman, me sentí hormiga...

Paseante dijo...

Me quedo con esa interesante fusión de los diálogos con la narración, que el autor lleva a cabo sin que las voces del narrador y de los personajes se estorben para nada.

También me encanta el ritmo del relato, y en especial la frase "En el parque empezaba a soplar el viento", que marca un bello contrapunto con la secuencia final.

En mi opinión, es un relato magistral. Directo, crudo y tierno a la vez. Nada extraño, viniendo de Andrés Neuman.

Paseante

Tomás Rodríguez dijo...

Neuman es un buen escritor, prematuro acaso, con demasiados libros publicados. Saludos.
http://tropicodelamancha.blogspot.com

Anónimo dijo...

La primera foto se realizó durante una lectura pública del libro Vitolas del Anais en la Feria del libro de Granada en el 2007. Las Vitolas son una serie de cuadernillos de poesía que la Asociación del Diente de Oro de Granada publica quincenalmente desde hace algunos años, y la editorial Cuadernos del Vigía reunió en un libro las cincuenta primeras Vitolas.
Andrés, también poeta, publicó la número 45 "Un rato de zumo" y a esa lectura en el café Anais corresponde la segunda foto. Y este poema.


(La dulce cucharada)

Es lo que necesito para hablar.
No el hecho: la imninencia.
No el vuelo de los pájaros,
sino un roce de ala.

En torno a la palabra se dibuja
la meta sin el límite.
En su persecución interminable
el casi me seduce, me transporta.

Tengo ganas de casi para siempre.
De restarle a lo exacto la dulce cucharada.

albalpha dijo...

Excelente relato. Los dos discutiendo y al final la ley de la vida en otra de sus formas se impone.

Agradezco a Marta Badia el poema que comparte, el final es estupendo.

Tengo ganas de casi para siempre.
De restarle a lo exacto la dulce cucharada.

Un abrazo

Anónimo dijo...

El relato me parece un poco flojo. Los personajes hablan como arquetipos. La tesis se hace demasiado evidente en el diálogo y en el desenalace. Es un cuento "agradable" porque el lector accede rápidamente a su enseñanza sin demasiado esfuerzo, pero que se agota en el mismo momento en que se abandona su lectura. El lenguaje es bastante ramplón, y los motivos de la araña y la mariposa (cuyo cromatismo se describe de forma bastante cursi) resultan tan previsibles que casi ofenden a la inteligencia. Creo que este autor tiene otros textos algo mejores.

Anónimo dijo...

Al final se va a legitimar lo dicho en los mentideros: que Neuman es un cuentista competente que quiere con toda su alma un gran cuentista. En mi opinión, los dos primeros libros de cuentos, valen para elevar ciertos vítores (tenían sus momentos altos y eran buenos, sin ser grandes compilaciones), pero cuando sacó Alumbramiento ya se convirtió en pura doxa. Está sucumbiendo a ese terrible síndrome, muy del microrrelato, de la "ingeniositis". En fin: el problema de ser una especie de pope del cuento español (porque no le vamos a negar la aportación teórica y militante) es que al final nadie te levanta la voz ni por supuesto te pone la puntilla, escribas lo que escribas.

No deja de ser una opinión, en todo caso.