martes, 14 de septiembre de 2010

Sasha Waltz, 1: `Cuerpo´

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En la Schaubühnne de Lehniner Platz, en Berlín, se ha repuesto el espectáculo Körper (Cuerpo), de la coreógrafa alemana Sasha Waltz, en el que trece bailarines muestran -digamos- sus investigaciones sobre el cuerpo humano, el movimiento y su esencia material, todo ello, según la autora, como un intento de cuestionar, o al menos de trastocar la “la manera que tenemos de sentir el cuerpo, la relación entre la estructura ósea, el sistema nervioso, el flujo sanguíneo. Una manera de acercarse a investigar el cuerpo humano, al mismo tiempo que la ciencia y la genética lo están haciendo de otra manera”. También supone una cierta reflexión moral que cuestiona la búsqueda de la juventud eterna, la inmortalidad y la manipulación genética.
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Sasha Waltz ha definido su espectáculo como “un enlace entre arquitectura y cuerpo”. No sólo porque Körper investiga en las entrañas humanas, sus nexos y la razón de tales conexiones, sino también porque la obra surge de un montaje llevado a cabo en el Museo Judío de Berlín. Un edificio con unas particularidades arquitectónicas que reflejan la sensación de horror y vacío que dejaron las víctimas del Holocausto. Sus zigzagueantes pasillos que se entrecruzan y las estancias vacías, las sensaciones que desprende influyeron en la concepción de la pieza. Cuando el museo permanecía todavía vacío se estuvo ensayando allí el montaje, y “la confrontación entre el edificio y la historia del edificio” se aprecia en la obra. “Como alemana, apunta la coreógrafa, sentía que no quería tratar el tema del Holocausto de forma narrativa, sino emocional. La idea del vacío, de la pérdida de la gente, de los huecos que dejan, todo eso está reflejado en la arquitectura del edificio, en cómo fluye la energía allí. Pero ello se muestra en Körper de una forma abstracta”, agrega. El espectáculo es la primera parte de una trilogía, escrita el año 2000, por encargo de la Schaubühne, de la que Waltz fue codirectora entre 1999 y el 2004. La segunda parte se titula S y se acerca al cuerpo desde una perspectiva sexual, abordando los orígenes humanos. La tercera, Nobody, afronta la investigación del cuerpo humano desde una perspectiva espiritual, en la que la muerte adquiere protagonismo.
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Sasha Waltz comparte la autoría de la obra, firmado como Waltz & Guests, con los trece bailarines que forman la compañía. “No se trataba de enseñar a los bailarines una coreografía, es un proceso de colaboración entre todos. Cada uno es importante y muy potente tanto a nivel individual como en el conjunto del grupo. Trabajamos mucho tiempo improvisando, destilando una calidad de movimientos que hacen crecer la coreografía poco a poco”, explica Waltz. El caso es que, tras abandonar la codirección de la Schaubühne, ha emprendido un nuevo proyecto cultural independiente, alejado del poder público, en el Radialsystem, donde ha creado una especie de laboratorio de danza, ubicado en una antigua fábrica al lado del río Spree, lugar al que nos hemos referido hace poco en esta bitácora.
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Dicen que el espectáculo Cuerpo, que acabo de ver, es ya un clásico de la danza contemporánea y el mejor de Sasha Waltz. Yo la recuerdo también por su espectacular coreografía para la ópera Dido y Eneas, de Purcell. En mi modesta opinión, y no creo que haya otra opinión sobre danza contemporánea más modesta que la mía, tiene un par de momentos espléndidos: la larga escena de los cuerpos semidesnudos sobre el muro y la que podríamos denominar como la danza de los centauros. En otros, en cambio, parece estar más cerca de la Fura que de un espectáculo de danza, aunque sin la crudeza y autenticidad del grupo catalán. Y en el resto me parece que cae a veces en lo efectista y facilón, sobre todo en los textos que dicen los actores. No debería atreverme a juzgarlo, pero viendo Cuerpo he tenido la imprensión de que la danza se está alejando del baile para acercarse a la gimnasia y el circo, lo que no sé si es un camino acertado, aunque intuyo que no. El público, sin embargo, aplaudió con entusiasmo. Y no es que me desagradara lo que ví, ni mucho menos; pero mis espectativas eran, la verdad, mayores.
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* Sasha Waltz (Karlsruhe, 1963) estudió danza con Waltraud Kornhaas, discípula de Mary Wigman. Entre 1983 y 1986 estudió en la School For New Dance Development, en Ámsterdam, y durante 1986 y 1987 trabajó en Nueva York. A partir del año siguiente entabló una estrecha cooperación con coreógrafos, artistas plásticos y músicos, como Tristan Honsinger, Frans Poelstra, Mark Tompkins y David Zambrano. Y en 1993 fundó, junto con Jochen Sandig, la compañía de danza Sasha Waltz & Guests, con la que produjo Travelogue-Trilogie (1993-95). Diversas giras con esta producción la llevaron por toda Europa y América del Norte. En 1996, con su pieza Allee der Kosmonauten, participó en el Encuentro del Teatro de Berlín. Sus producciones se han representado, con gran éxito, en numerosos festivales en el mundo entero.
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4 comentarios:

Pedro Herrero dijo...

El acercamiento de la danza contemporánea a la gimnasia no es nuevo. Aún guardo en casa un recorte de periódico de la actuación de Pilobolus Dance Theatre, en el Grec de Barcelona. Eso data de 1982. Me impresionaron tanto que desde entonces los veo cada vez que regresan a la ciudad, aunque ya no conservan ese nombre. Su fundador, el “loco” Moses Pendleton” fundó después una especie de franquicia llamada Momix (creo que en google se muestran sus trabajos, no sé si como www.momix.com) y ahora tiene varias compañías actuando al unísono en todo el mundo.

Cuando se inauguró el Guggenheim en Bilbao, Momix envió a un solo bailarín, que ejecutó un número bailando encima y debajo de una mesa en el escenario. Parecía más un gimnasta que un bailarín clásico, pero esa ha sido siempre una característica del trabajo de Pendleton. Es famoso el número de Pendleton bailando con un bastón que utiliza como tercera pierna.

Yo no condenaría radicalmente ese maridaje entre gimnasia y danza. No creo que la danza consista en mantener el equilibrio a ultranza, ni en tirarse al suelo sistemáticamente. Pero es evidente que no conozco el trabajo de Sasha Waltz. Tal vez me defraudaría como a ti. En cambio de Momix sólo tengo buenas impresiones. Si los has visto o tienes ocasión de verlos, ya me dirás.

Fernando Valls dijo...

Pedro, seguro que tú sabes mucho más que yo de esta materia.
Si decía, al final, que me había decepcionado era porque a Sasha Waltz se le considera una de las grandes coreógrafas actuales, incluso se le ha comparado con Pina Bausch. Pero, en fin, el espectáculo me pareció de calidad. Quizá me pasé de chinche.

Pedro Herrero dijo...

De danza yo sé lo mismo que de cerámica mesopotámica. No paso de ser un simple espectador. Me ocurre lo mismo con la música. Puedo hablarte de mis gustos, pero eso no me convierte en un experto. No obstante, la web que te cité es correcta: www.momix.com. Si le echas un vistazo seguro que te gusta. Tiene imágenes muy sugestivas.

María dijo...

"Momix" estuvo en Madrid la temporada pasada(también estuvieron los del Schaubühne con "Trust", aunque en este caso la coreografía era de Anouk van Dijk, a nosotros esa obra nos gustó mucho). Momix, desde mi punto de vista (advierto que no soy ninguna experta ni nada parecido), llama la atención por el control del lenguaje de la imagen que demuestra Pendleton (números como el de la danza en el espejo, por ejemplo, o el del abanico gigante). Se ve en la rapidez de sucesión de las piezas, muy tipo videoclip, y en el uso del color, de la luz y de las posibilidades de la escena. A lo que se unen los movimientos, medio danza medio circo. Es cierto que, mientras que en "Trust" se exponía el modelo de la sociedad líquida de una manera crítica (y las consecuencias en la crisis económica, en las relaciones etc...), en "Momix" Pendleton no tiene esas pretensiones, o yo no las vi, más bien parece un espectáculo propiamente "líquido" (lo digo por la rapidez).
Un abrazo