sábado, 8 de enero de 2011

La narrativa policíaca en español

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La aparición de un nuevo volumen de estudios sobre la literatura neopolicíaca en lengua española, al cuidado de Enrique Rodrigues-Moura, profesor en la Universidad alemana de Gotinga, titulado Indicios, señales y narraciones. Literatura policíaca en lengua española (Universidad de Innsbruck, 2010), nos obliga a pensar de nuevo en la singular trayectoria del género, en su evolución y en el interés de un tipo de relatos que tengo la impresión de que no acaba de darnos obras de indiscutible valor, si las comparamos con otras semejantes que el tiempo ha acabado por consolidar como las más ambiciosas y singulares de estas últimas décadas.
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En el libro conviven trabajos generales, como los de Joan Ramon Resina; con otros más específicos dedicados a narradores como Vázquez Montalbán (quizás el autor más influyente en todo el mundo hispánico), en trabajos de Tyras y Colmeiro; Francisco González Ledesma, estudiado por Martín Escribá y Sánchez Zapatero; el cubano Leonardo Padura o el chileno Ramón Díaz Eterovic; mientras que en otros estudios se analiza la presencia de lo policíaco en novelas de Juan José Saer, García Márquez (en el trabajo de Ottmar Ette), Eduardo Mendoza y Javier Marías, estos sí autores de indiscutible interés estético, a pesar de que sus obras no forman parte estrictamente del género, aunque puedan valerse de algunos de sus procedimientos habituales.
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Pero quizá lo más interesante de este libro estribe en que nos permite constatar que las mejores narraciones que ha dado el género en estas últimas décadas han abandonado el encorsetamiento de lo negro y de lo policíaco para aprovecharse de la retórica habitual de la crónica social, política (de la transición española o chilena) o generacional (Cuba), o de la literatura de viajes; mientras que otras narraciones siguen cayendo en la propensión a la trivialidad propia de los géneros codificados, como denuncia Wolfram Krömer en su estudio, de lo que Juan Manuel de Prada sería un perfecto representante. También he podido constatar, con alegría, la aparición en este libro de la palabra acercanza (p. 33), con la que ya no sólo reaparece en obras de ficción, sino también en el esclarecedor ensayo inicial del compilador de este volumen.
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