lunes, 18 de julio de 2011

Claude Mestreit: la bailarina belga

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A veces el correo electrónico, de manera escueta, nos trae las peores noticias, como es la muerte de Claude Mestreit, vieja y querida amiga, compañera de trabajo, profesora de francés en la Facultad de Traducción de la Universidad Autónoma de Barcelona. Durante una década, más o menos, mantuvimos una estrecha relación, nos veíamos con frecuencia, no sólo en el trabajo sino también fuera. Compartíamos, con otros amigos, salidas, bailes, comidas, cenas, cine y teatro. En los últimos años, por esas cosas raras que tiene a veces la vida, nos veíamos mucho menos, pero siempre que la encontraba por los pasillos de la facultad nos parábamos a charlar un rato y me contaba cómo estaba y qué hacía. Lo extraño es que ni siquiera sé de qué ha fallecido. Una amiga común, que compartió con nosotros los festejos de aquellos años, me cuenta que ha muerto de cáncer de pulmón, como fumadora empedernida que era. ¿Qué edad tenía, le pregunto? Mi amiga me responde que debía andar por los 61 o 62 años. Parece ser que llevaba meses enferma, aunque con mis idas y venidas a Barcelona, no me había enterado. Quería llevar su enfermedad con la máxima discreción y que se enterara la menor cantidad de gente posible. Claude ha decidido morir como vivió, de una manera discreta, sin molestar ni dar la lata a nadie.
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Nació en Bélgica, por lo que Julio Murillo, catedrático de Lengua francesa en mi universidad, su protector y maestro, solía meterse con ella, entre burlas y veras, diciéndole que hablaba francés mal, con acento belga. No sé si hablaba un francés ortodoxo, pero el español lo utilizaba a la perfección, con un leve acento en la pronunciación, pero no solía cometer errores en el uso del vocabulario ni de la sintaxis.


Claude se dedicó a la formación de profesores y formó parte del equipo que coordinaba las Jornadas de Profesores de Francés que organizaba el ICE de la Autónoma. También trabajó en distintos proyectos europeos sobre la enseñanza de las lenguas extranjeras. Siendo, además, fundadora y miembro de la redacción de la revista Cuadernos de Traducción e Interpretación, publicada entre 1982 y 1992.
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Debí de conocerla en 1980 cuando empecé a dar clase de Literatura Española en la entonces EUTI. Fue uno de los profesores que contrató Murillo cuando le nombraron director del centro, para intentar mejorar la docencia, tan maltrecha entonces. La había conocido en los cursos de verano de formación de profesores de francés, rescatándola de un centro de idiomas, en Madrid, donde daba clase. Como investigadora, siempre estuvo vinculada al Departamento de Francés de la Facultad de Filosofía y Letras. Así, no hace mucho publicaron un método de enseñanza titulado Forum.
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Claude era cariñosa, amena conversadora, amante del vino y de la buena mesa, tenía un excelente sentido del humor y era mejor persona. Pero yo prefiero recordarla ahora como una excelente bailarina, riendo a carcajadas, como solía hacer, echando levemente la cabeza hacia atrás. En aquellos años, los ochenta, bailábamos mucho, organizábamos fiestas, en su flamante ático, cerca de la plaza Lesseps, o en mi piso de Sant Cugat, juergas que duraban horas y horas, y bailábamos salsa, boleros, rock, lo que nos echara el improvisado pinchadiscos... Bailaba con soltura y tenía la gentileza, con los más bien patosos, como yo, de hacerte sentir que no lo hacías mal del todo. Era, en ese sentido, una maestra en el arte de dejarse llevar... Pongo ahora la Pasadena, o la Orquesta Platería, en su honor, y siento, querida Claude, no poder estar mañana contigo en Barcelona para darte un último adiós.

3 comentarios:

Susana Camps dijo...

Qué bonito homenaje. Mucho mejor que la asistencia a una despedida triste y colectiva, sin duda.

Araceli Esteves dijo...

Lo curioso es que al ver la foto me ha parecido que la conocía. Entonces he caído en la cuenta de que me sonaba de la EUTI, claro. Y aunque no la traté, su cara me resulta de lo más afable.
Por otro lado te estás haciendo experto en despedidas, Fernando.No es fácil despedirse con la elegancia y el cariño que tú lo haces.

Fernando Valls dijo...

Araceli, no es una especialidad que me guste, pero cuando son amigos a veces nos atrevemos a decir lo que, por pudor, no fuimos capaces de confesar en vida. Si me gusta, en cambio, llamar la atención sobre la tayectoria de personajes que no son tan obvios, ni conocidos, sobre todo si los he tratado. Buen verano.