miércoles, 10 de agosto de 2011

Recuerdo de Julio Manegat

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En estas últimas semanas, mientras trabajaba en un artículo sobre Álvaro Cunqueiro, me he acordado de Julio Manegat, quien en 1975 le dedicó un comentario a La otra gente, una de las obras del autor gallego. Si hubiera estado en Barcelona, lo habría llamado por teléfono y me hubiera acercado a su piso de la calle Duque de la Victoria para charlar un rato con él, como he hecho tantas veces en los últimos años.
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Julio Manegat (Barcelona, 1922) que ha fallecido en su ciudad natal había sido periodista, escritor y crítico literario y teatral. Era licenciado en Filosofía y Letras, en la especialidad de Semíticas. De los años de juventud le quedó siempre el sueño de África, de Marruecos, de la que solía hablar con pasión. Su padre, Luis G. Manegat, había dirigido El Noticiero Universal, y él llegó a ocupar el cargo de subdirector en el diario y el de director de la Escuela Oficial de Periodismo de Barcelona. Como escritor de ficción, había cultivado la poesía (Canción en la sangre, 1948), el cuento (Historias de los otros, 1967), la novela (La ciudad amarilla, 1958; La feria vacía, 1961, con la que obtuvo el Premio Ciudad de Barcelona; El pan y los peces, 1963, Premio Selecciones Lengua Española; Spanish Show, 1965, y Amado mundo podrido, 1976) y el teatro, de cariz católico (El silencio de Dios, 1956, y Antes, algo, alguien..., 1974). Con su relato “El coleccionista” obtuvo el Premio Hucha de Oro en 1984. Sus novelas de 1958 y 1965 figuraron entre las finalistas del Premio Planeta. Él mismo me contó que solo por una artimaña del viejo Lara no logró el premio en la segunda fecha, cuando ya el jurado lo había votado como ganador.
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Pero destacó, sobre todo, como periodista cultural y crítico literario, labor que ejerció, junto a Enrique Badosa, en su periódico de siempre, El Noticiero Universal, desde enero de 1952 le dedicaba dos páginas a la información literaria, hasta su cierre. Pero también escribió en otros medios, como La Estafeta Literaria y la revista Vida Nueva. Por esta destacada labor obtuvo los premios AHR y Manuel de Montoliu a la crítica literaria. Manegat fue el descubridor y primer valedor de Javier Tomeo, reseñó su novela El cazador, por lo que le dolió que la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña, tenía el carnet de socio número 1, cuando homenajeó al escritor aragonés, no contara con él.
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Hombre conservador, de la escasa facción entre nosotros de los civilizados, católico, yo lo conocí y traté bastante en los últimos años, ya que Julio Manegat era el único superviviente de aquellos que fundaron el Premio de la Crítica, allá por 1955, sus amigos Tomás Salvador y Juan Ramón Masoliver, por lo que formó parte del jurado, de manera continuada, desde la primera convocatoria en 1956 hasta 1972. Sin su ayuda, sin su memoria, archivo de fotos y documentos, no podríamos haber hecho el monográfico que le dedicamos en la revista Quimera a la historia del Premio de la Crítica, en marzo del 2006, cuando el galardón cumplió 50 años. Cuando en el mes de abril del 2010 el premio volvió a fallarse en Barcelona después de muchos años, hicimos un homenaje a los antiguos miembros del jurado que residían en Cataluña (Josep Maria Castellet, Basilio Losada, Robert Saladrigas, Joaquín Marco, Antonio Blanch  y Jaume Pont), y allí estuvo Julio con nosotros, conversador, divertido y amable, como siempre, orgulloso de haber contribuido, en el papel de importante protagonista, a la historia de un galardón tan prestigioso y añejo. 
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Si por algo siento no haber acabado aún la historia del Premio de la Crítica, en la que llevo años enfrascado, es porque me hubiera gustado que la viera Julio Manegat y poder contar con su opinión. No en vano, él vivió este acontecimiento anual durante veinte años, correspondientes a las dos últimas décadas del franquismo, como principal protagonista, pues durante ese tiempo fue una referencia importante en la crítica literaria española. 
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1 comentario:

Anónimo dijo...

El carrer on vivia ja no es deia Duque de la Victoria, sino només Duc, atès que la figura d'un general que va bombardejar Barcelona, no es mereixia tenir un carrer a la ciutat que va ser víctima seva. I d'això ell, Don Julio, n'havia fet una certa broma, dient: "el que ens costarà ara el cambi dels 'membretes' de les cartes. Però ara ja, el nostre veí, Don Julio, entrat els darrers temps en una forta depressió, de cartes n'escrivia ja ben poques.