lunes, 31 de octubre de 2011

Mª. ÁNGELES CABRÉ


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Ella lo temía todo porque había nacido para el triunfo y podía escapársele de las manos en cualquier momento, y él no temía nada porque no tenía nada que perder, siendo ya de antemano un perdedor. Que se enamoraran fue un estado de cosas complicado y precisamente por ello salieron airosos y hoy son, en la medida de lo posible, felices.

[198]
Un hombre, que nunca se ha sentido del todo inocente, confiesa un día que ha cometido un gran crimen: cargar sobre sus espaldas los muchos crímenes cometidos por tantas otras personas que no son él.
Pero es absuelto, pues el juez se resiste a hacerle cargar con una nueva culpa y, no sabiendo como escapar de este delito no castigado, se lanza bajo las ruedas de un autobús urbano porque los raíles del tren le quedan demasiado lejos.
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* Mª. Ángeles Cabré (Barcelona, 1968) es escritora y crítica literaria. Autora de la biografía Gabriel Ferrater (Omega, 2002), en el 2008 publicó su primera novela, El silencio (Caballo de Troya), y en el 2011 su primer libro de poemas, Gran amor (Egales). Ha editado dos libros de aforismos: Sobre el arte y el artista, de Oscar Wilde (DVD, 2000), y Migajas sentenciosas, de Quevedo (Círculo de Lectores, 2004; y Espasa-Calpe, 2007). Entre otras publicaciones, ejerce la crítica literaria en el suplemento Cultura/s de La Vanguardia y en la revista Letras libres. Estos microrrelatos inéditos forman parte del libro El baile de los embusteros.

domingo, 30 de octubre de 2011

¿Més que un club?

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Hace unas semanas, Joan de Sagarra, en su artículo dominical de La Vanguardia, su sección "La terraza" es lo primero que leo del diario, contaba la historia del célebre eslogan: El Barça es més que un club. Siempre escrito en catalán, claro. El caso es que el inventor fue Javier Coma, publicista y reconocido experto en la historia de los tebeos y de la novela policíaca. Javier Coma mantiene tertulia con Marsé, Vila-Matas y Sagarra en el Sandor. Por lo visto, el eslogan se lo encargó la FIFA a la agencia Sagi, donde trabajaba Coma, con motivo de la celebración el 31 de octubre de 1973 del Día Mundial del fútbol, que se conmemoraba en el Camp Nou con un partido entre las selecciones de Europa y América.      
Los que somos del Barça, de toda la vida, y no por patriotismo catalán precisamente, sino por el gusto de ver otra manera de hacer fútbol, nos sentimos incómodos cuando es utilizado para hacer política, tal como ocurrió en la época de Joan Laporta, a quien espero que Satanás haya acogido en su seno, pues utilizó el club para su propio beneficio: político, escaso, y parece ser -si hacemos caso a lo que dice la prensa local- que económico. En los resultados deportivos la época del susodicho fue buena, pero en todo lo demás el Barça fue -ahora de verdad- más que un club: un puticlub, como afirma el dicho -disculpadme- ya algo sobado.
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Lo curioso y sorprendente, lo cuenta Joan de Sagarra, que cita como fuente el libro de Armand Balsebre (Víctor Sagi. Historia de la publicidad, Ediciones Invisibles, Barcelona, 2011), aunque imagino que debe habérselo confirmado el propio Javier Coma, es que el eslogan se creó -en realidad- en castellano: "El Barça es más que un club", y aun cuando estuviera previsto que el entonces presidente Agustín Montal lo utilizara en su campaña de reelección, no lo hizo. De igual modo, tampoco se trataba de un dicho original, pues ya lo había usado un presidente anterior, Narcís (entonces Narciso) de Carreras. Según Coma, el eslogan tenía un contenido antifranquista, pero no era desde luego ni catalanista ni mucho independentista. Y, por cierto, Javier Coma fue director de la segunda etapa de la célebre colección de narrativa policiaca en catalán,  La cua de palla (La cola de paja), aquella de espectaculares cubiertas amarilllas (diseño de Jordi Fornás que acaba de fallecer hace unos días). Esa colección apareció en Edicions 62 y Josep Maria Castellet, lo cuenta también Sagarra en un artículo posterior, obligó entonces a Coma a catalanizar su nombre y convertirse en Xavier Coma. A mí, no puedo evitarlo, me siguen sorprendiendo estas pequeñas historias de intolerancia y manipulación. Las historias, como me gusta llamarlas, de los Garcías que perdieron el acento y de los Baudilio que se convirtieron en Boi, como nuestro tristemente célebre conseller de Sanidad. Del reinado de Fernando VII se recuerda siempre que cerró la universidad y abrió una escuela de tauromaquia. De los actuales gobernantes catalanes quedará en nuestra memoria que recortaron los gastos de educación y sanidad y levantaron un monumento a la sardana de ¿medio millón de euros? 
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* En la foto, Javier Coma. 
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sábado, 29 de octubre de 2011

ESTEBAN DUBLÍN


LAS HABITACIONES VARIABLES
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En casa de la abuela, las habitaciones se cambian entre sí de manera aleatoria. Si uno quiere entrar a la de la tía Lola, puede encontrarse con la del tío Normando o si la abuela quiere trabajar el telar de su cuarto, lo más seguro es que se tope con la colección de estampillas que está en la del tío Ernesto. Entrar a la habitación que quieren se volvió asunto de azar y por eso la abuela y los tíos han llegado al acuerdo de que las habitaciones son de todos (y a la vez de nadie) y, por ende, las cosas que le pertenecen a cada cuarto. Al final, tuvieron que acostumbrarse. Ya que vivo no se aguantaron mis travesuras, al menos que muerto sí.

BONDADES DE LA QUIEBRA

Hace meses que no tengo ni siquiera para comprar un pan. Desde que perdí mi trabajo, no he hecho otra cosa que robarme los periódicos que los transeúntes dejan en los sillones de los parques y buscar trabajo en los clasificados como un condenado. He llevado mi currículo a más de doscientas empresas y la respuesta siempre es la misma. Lo llamaremos, dicen autómatas los jefes de recursos humanos. Los maldigo a todos. Hace poco gasté el último cubo de panela que me quedaba en la despensa y de la provisión de arroz que me regaló mi vecina por caridad ya no queda ni para media ración. Barbado, hambriento y rendido por la desesperación, me dirijo a la cocina a ver si al menos un espejismo me devuelve la esperanza. Cuando abro la nevera, rebusco entre su vaciedad y lo único que encuentro es una manzana podrida e infestada de gusanos. Qué suerte, pienso. La cena de esta noche será suculenta.
 


* Esteban Dublín (Bogotá, 1983), seudónimo literario de Daniel Ávila, es publicista y autor de Preludios, interludios y minificciones (Adéer Lyinad, 2010). Sus textos han aparecido en diversas antologías y revistas. Mantiene el blog Los cuentitos. Estos microrrelatos son inéditos.

viernes, 28 de octubre de 2011

El suicidio del Setenil

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Un premio literario vale lo que su trayectoria, puesto que lo juzgamos por los errores y aciertos en la elección de los libros ganadores. No hay premio literario que aguante dos disparates seguidos, y el Setenil lleva dos años tropezando en la misma piedra, con lo que me temo que se ha quedado herido de muerte, y todo ello por la mala elección de los componentes del jurado; tanto del jurado previo, como del definitivo.
Enfermo crónico el NH, ahora con la crisis económica y desde siempre por la nula difusión de los libros inéditos ganadores entre el público lector, volvemos a estar casi a cero en lo que se refiere a los galardones de narrativa breve. Confiemos en que la salud del Ribera de Duero sea más sólida y duradera, pues hasta ahora se ha concedido con acierto, por jurados de indiscutible valía. Y esa quizá sea la clave del asunto, sin más misterio: los miembros del jurado, los que deciden quiénes son los finalistas y quién es el ganador.
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Desde la primera edición llamaron la atención los jurados del Setenil, las presencias y ausencias, por lo caprichoso de su nombramiento. Empezar con el rancio Juan Manuel de Prada suponía una declaración de principios. Junto a escritores de indiscutible valía y cultivadores del género, como Ana María Matute, Luis Mateo Díez, José María Merino, Javier Tomeo, Andrés Neuman o el mismo Manuel Moyano, el organizador, han aparecido otros que ni tienen que ver con la narrativa breve, ni poseen entidad suficiente para formar parte del jurado en un premio de esta entidad. Y algo semejante podría decirse de los críticos. La presencia de Santos Sanz Villanueva, Ramón Jiménez Madrid o José María Pozuelo resulta indiscutible; pero el resto de críticos o periodistas locales, que de todo ha habido, me parece muy difícil de justificar. Un premio privado puede hacer lo que quiera, pero un galardón que se concede con dinero público debe cuidar estos detalles importantes. Pero, por qué estas presencias pintorescas en el jurado ¿No hay, acaso, en España, escritores y críticos prestigiosos conocedores de la materia? A mí me parece que sí. Pienso en Juan Eduardo Zúñiga, Medardo Fraile, Ramiro Pinilla, Luciano G. Egido, Juan Marsé, Álvaro Pombo, Esther Tusquets, Manuel Longares, Carme Riera, Cristina Fernández Cubas, Juan José Millás, Enrique Vila-Matas, Antonio Muñoz Molina, Pedro Zarraluki, Ignacio Martínez de Pisón, Almudena Grandes, Rosa Montero, Fernando Aramburu, Ángel Zapata, Eloy Tizón o Juan Bonilla. O en críticos como Ricardo Senabre, Ángel Basanta, Juan Antonio Masoliver, Irene Andres-Suárez, Ángeles Encinar, Epicteto Díaz, Javier Goñi, Ernesto Ayala-Dip, Ramón Acín, Jordi Gracia, Domingo Ródenas o Santos Alonso. ¿Por qué no se ha contado nunca con ellos?
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Esta es una de esas entradas que uno preferiría no tener que escribir. El Setenil es un premio que surgió en el 2004, por lo que está en su octava edición. Hasta hace dos años había llevado una trayectoria impecable. En esta última convocatoria, entre los finalistas había libros tan destacados como los de Julio Llamazares, Carlos Marzal, Francesc Serés y Rubén Abella, aunque tengo que reconocer que algunos de los demás finalistas no los he leído, por lo que esta lista podría engrosarse con otros títulos. Por el camino, incomprensiblemente, se quedaron otros títulos no menos significativos de Matías Candeira, Inés Mendoza, Isabel Mellado, Manuel Espada, Eduardo Halfon, Carmen Peire, Juan Antonio Masoliver Ródenas, Javier Mije, Juan Carlos Márquez, Gonzalo Calcedo, Óscar Esquivias y Cristina Grande. Cualquiera de los citados, y son muchos, 16, me parecen mejores que el anodino libro ganador. Para que ello no ocurra, la labor del prejurado resulta fundamental y su selección tiene que ser acertada. Pero visto lo visto, me temo que en esta convocatoria han tendido a la extravagancia y a la arbitrariedad.
Que desde Molina de Segura, un pequeño pueblo de Murcia, se conceda un premio que han ganado libros de tanta calidad como los de Alberto Méndez o Cristina Fernández Cubas, otros dignos como el de Juan Pedro Aparicio, o lo tengan en su haber narradores con tanto futuro como Óscar Esquivias o Fernando Clemot, hacía alentar esperanzas sobre la independencia y el buen hacer del premio. Pero cuando se repiten los errores y resulta imposible entender los criterios que se utilizan, acabamos perdiéndole el respeto al premio, al jurado y al organizador. Será difícil que lo recupere.
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No parece fácil explicar tanto dislate, quizás las cosas anden entre el afán de medro, el intercambio de favores y elogios (premiémonos e intercambiemos elogios), el desconocimiento y la falta de criterio y un despiste supino. En literatura no suelen quedar impunes las arbitrariedades, ni perduran los falsos prestigios o los éxitos coyunturales amañados por el nepotismo o la incompetencia. En literatura, en la exigente, la única que importa, produce más víctimas el éxito fácil, el burbujeo instantáneo, que el fracaso. Siempre ha sido así, y ni siquiera la veleidosa y vacua posmodernidad –Roberto Calasso ha denominado nuestra época como el innombrable actual- ha podido hasta ahora con ello.
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* Los cuadros son de José Manuel Ciria.
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jueves, 27 de octubre de 2011

JOSEFA PARRA

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EGOÍSMO Y MISERIA
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Dame un sorbo de ayer, una mirada,
los restos de un naufragio
a los que sujetarme. En el contorno
de tu cuerpo de antiguas caracolas
quiero recuperar un turbio instante
donde el escalofrío y el asombro
ganaron la partida y me alcanzaron.
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Regálame las sobras de tus noches;
ni siquiera el amor ni la ceguera:
una migaja, un mínimo relámpago
de turbación.
No sé cómo olvidarme
de mí. De la que fui cuando me amabas.
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* Josefa Parra nació en Jerez de la Frontera, es licenciada en Filología Hispánica y trabaja en la Fundación Caballero Bonald, donde es subdirectora de la revista de literatura Campo de Agramante. Ha publicado los siguientes libros de poemas: Elogio a la mala yerba (Visor, 1996), Geografía Carnal (Diputación de Cádiz, 1997), Alcoba del agua (Quórum, 2002), Caleidoscopio de Venus (César Sastre, 2005), Tratado de cicatrices (Calambur, 2006) y La hora azul (Visor, 2007), el álbum ilustrado Oficios imposibles junto al pintor Carlos C. Laínez (AE, 2007) y Habitación de hotel, con Mercedes Escolano (La Compañía de Versos, 2010). Ha sido galardonada con el Premio Internacional de Poesía Loewe a la Creación Joven 1995 y con el Premio de Poesía Unicaja 2006. Sus poemas han sido traducidos al portugués, al francés y al árabe. Este texto forma parte del libro inédito Materia combustible.

martes, 25 de octubre de 2011

LUISA ETXENIKE, y 2

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FALTA DE SUEÑO
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Hoy tampoco he dormido.
-        - Pues te has pasado toda la noche roncando.
-       - Todo idéntico. Estabas ahí.
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CRIMEN PERFECTO
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- Sobre todo vigila al niño -había dicho Esther- no lo sueltes. 
Pero él había calculado meticulosamente los tiempos, lanzado la pelota azul brillante sobre el seto, justo cuando el coche iniciaba la curva, y soltado al niño que corrió y desapareció en un instante.
Luego el chirrido de la frenada salvadora y M. muerto al volante, definitivamente superado su corazón por los acontecimientos. 
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* El cuadro es de Ángel Mateo Charris.

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lunes, 24 de octubre de 2011

La Matute y las muletas del Rey

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Hay muchas maneras de distinguir a unos escritores de otros, aunque existe una que apenas suele utilizarse, pues los separa la adoración que sienten por ellos los lectores, y me refiero solo a lectores exigentes. En este caso los lectores eran universitarios y esta misma mañana casi han logrado llenar el Paraninfo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Barcelona. La escritora querida era Ana María Matute, quien ha cumplido 86 años y tiene en su haber todos los premios literarios que se puedan ganar en este país: los institucionales (Premio de las Letras Españolas y Premio Cervantes), los independientes (Premio de la Crítica) y los comerciales (el Nadal y el Planeta). Y como recordada aquí mismo el sábado, el calibre de su obra admite pocas comparaciones, pues figuran entre ellas piezas de tanto valor como Los niños tontos (1956), Los hijos muertos (1958), Algunos muchachos (1964), La torre vigía (1971) y el que hoy nos ha confesado que prefiere, Olvidado Rey Gudú (1996), que Carmen Balcells tanto empeño puso en que acabara de escribir. También nos ha contado que aprecia mucho el libro menos obvio titulado Cuadernos para cuentas.
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Hoy, Ana María Matute ha sido recibida por los alumnos y profesores de la Autónoma con una larga ovación, como si fuera una artista de cine o una estrella de rock. Y lo es, en cierta manera, pues nos ha confesado que fue ella la inventora del rap, y para los incrédulos se ha puesto a tararear la canción que le cantaba a su hijo, precursora de tan pegadizo género musical. Ana María resulta muy fácil de entrevistar, pues responde siempre y a todo lo que se le pregunta, y con una sinceridad y ternura que te desarma y hace reír a menudo. 
Nunca da respuestas estereotipadas, ni se guía por lo que dicen los demás, por lo que no es raro que odie la Coca-cola y muestre un gran aprecio y agradecimiento por Camilo José Cela, y por Charo, su primera esposa, puesto que ambos le prestaron ayuda y la acogieron en su propia casa cuando más lo necesitaba.
La escritora no ha tenido una vida fácil, sino una existencia llena de claroscuros; pero reconoce haber tenido más fortuna con su obra literaria que en su vida privada. Así, cuenta que tuvo mala suerte con su primer marido, a quien ella llama siempre el Malo; pero muy buena con Julio, el segundo, el Bueno, con quien vivió 28 años, y nos cuenta, añorante, que se parecía nada menos que a Paul Newman.
No he podido resistir la tentación de preguntarle por uno de sus libros más singulares y que a mí más me gustan, Los niños tontos. Nos ha contado que lo escribió a ratos perdidos, mientras esperaba en la consulta del médico, o hacía tiempo para cualquier otro asunto cotidiano que le dejaba un rato libre. Entonces, se decía: "voy a hacer un niño tonto...". Y así fueron surgiendo esos extraordinarios textos que hoy tachamos de microrrelatos. Un día los vio el editor Fernando Baeza y la convenció para que los recogiera en un libro, puesto que le parecía que poseían una gran calidad. Y así fue como se publicaron en su editorial, Arión. Pero, ¡ojo!, a diferencia de lo que suele creerse, no es este un libro para niños, sino -como afirma Ana María- para sus padres, para que sepan que los niños también tienen sentimientos, y aman, odian y tienen celos, como hacen los adultos.
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Prometí enseñarle a Ana María el cartel que habíamos hecho para anunciar el acto, en el que aparecía un caricatura suya. Me miró y me dijo, siempre coqueta, que ella ya se había convertido en una caricatura de sí misma y que no necesitaba que la caricaturizaran más... Le describimos la ilustración y cuando se la llevé le gustó tanto que quiso guardarla, quedarse con ella, como no podía ser menos, puesto que era de LPO, quien la llama la gran dama de la literatura.
Durante la comida, sólo se tomó un plato de lasagna y unos vasos de vino tinto, nos contó que sólo va a la Academia de tarde en tarde y que le gustaría que la poeta y traductora Clara Janés ocupara uno de los sillones vacantes. Mari Paz Ortuño, conocedora de su vida y de su obra, y amiga personal de Ana María, está intentando convencerla para que escriba sus memorias. Nosotros la animamos a que se decida, pues es un pozo profundo de historias y anécdotas interesantes. ¡Y las que no cuento!, exclama la escritora con un punto de misterio y orgullo. La última confesión que nos hizo, otras no pueden relatarse aquí, fue que las muletas con las que se ayuda para andar se las regaló hace poco nada menos que el Rey. Eran las mismas que él había utilizado. Para ponderarlas, el monarca le dijo a Ana María que tenían de todo, pero ella le respondió que les faltaba tener bar... Y don Juan Carlos, claro, se río a carcajadas, con una de esas risas que Leopoldo Alas, Clarín, hubiera tachado de homéricas.            
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domingo, 23 de octubre de 2011

LUISA ETXENIKE, 1

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MIRAR CON LUPA
Se mueve- dijo el marido quitando el ojo del microscopio-, avanza, letal.
La mujer apartó un poco la cortina y siguió al otro hombre con la mirada. Le vio cerrar la puerta desentendidamente, y alejarse: el jardín, el camino… Esperó a que no fuera más que un punto. Y enfermó.


INFORME PERICIAL
Cómo no se dio cuenta de que estaba justo en el límite nadie se lo explica. Pero el hecho es que después de comer, cogió en brazos a K. que no paraba de llorar y se alejó de las mesas del jardín y del jolgorio de la boda.
Y así suponemos que se detuvo justo en el borde, y que con el balanceo de los brazos y el arrullo se durmió.
Los encontraron enseguida, en el fondo del barranco, por el vestido blanco y porque el niño todavía lloraba.
....................................................A Kerman Arzalluz



* Luisa Etxenike (San Sebastián, 1957) es autora de varias novelas, entre ellas El ángulo ciego (2008), con la que obtuvo el Premio Euskadi, y un par de libro de relatos: Ejercicios de duelo (2001) e Historia de amor de Margarita Maura (1990). Es columnista en la edición vasca del diario El País y Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, distinción que concede el diario francés. Estos microrrelatos inéditos forman parte del libro en preparación titulado Mirar con lupa y otros cuentos mínimos

sábado, 22 de octubre de 2011

Ana María Matute en Bellaterra

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El Departamento de Filología Española de la Universidad Autónoma de Barcelona inaugura el curso con la presencia de Ana María Matute, una de las grandes narradoras españolas de la segunda mitad del siglo XX. Autora de importantes novelas, libros de cuentos y microrrelatos, como Fiesta al Noroeste (1953), Los niños tontos (1956), Los hijos muertos (1959), Historias de la Artámila (1961), La torre vigía (1971), Olvidado Rey Gudú (1996) y La puerta de la luna. Cuentos completos (2010), forma parte de la llamada generación del mediosiglo, junto a Ignacio Aldecoa, Rafael Sánchez Ferlosio, Carmen Martín Gaite, Jaime Gil de Biedma, Jesús Fernández Santos, Carlos Barral, Alfonso Sastre, José Agustín y Juan Goytisolo, Daniel Sueiro y Medardo Fraile, con quienes compartió conversación, amistad y esperanzas. Pero Ana María Matute también ha cultivado la literatura infantil y juvenil, campo en el que tiene en su haber títulos como El polizón del Ulises (1965). A lo largo de su trayectoria literaria ha obtenido prácticamente todos los premios literarios importantes que se conceden en España, tales como el Premio de la Crítica, el de las Letras Españolas y el Premio Cervantes. 
Me gustaría hacer una encuesta, preguntaros cuál es vuestro libro preferido de Ana María Matute. Los míos son Los niños tontos y Olvidado Rey Gudú
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* La caricatura de la autora que aparece en el cartel es de LPO.
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viernes, 21 de octubre de 2011

829: ETA and Co.

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Una amiga vasca, escritora, me cuenta que hoy tanto el Diario vasco como Público, junto al anuncio de que el País Vasco parece haberse liberado del terror etarra, y esperemos también que del de sus cómplices, reproducen uno tras otro los nombres de las 829 víctimas de ETA. Esos nombres no deberíamos olvidarlos, habría que grabarlos en la memoria, porque sólo desde el recuerdo de la barbarie que nunca debió suceder será posible construir en el futuro una convivencia democrática. Y para ello será también necesario que los asesinos y todos aquellos que los apoyaron, de una u otra manera, reconozcan sus culpas y pidan perdón.  
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Premios Euskadi


Puestos a hablar de premios, de los que se han concedido estos últimos días, me parece que tienen mucho más interés literario los Premios Euskadi que el Planeta. Este año lo han obtenido dos libros de relatos: Bajo el influjo del cometa (Salto de página), de Jon Bilbao; y Fikzioaren izterrak (que quizá podría traducirse libremente por Los mecanismos de la ficción), de Ur Apalategi, en las modalidades de castellano y euskera, respectivamente. El jurado, dice el comunicado oficial, ha querido reconocer la obra escrita por Jon Bilbao, un autor "dotado de una mirada original, un buen sentido de la narración y una gran habilidad para crear y sostener atmósferas envolventes", y todo ello "con un estilo seguro pero invisible, [con el que] nos propone un viaje a la extrañeza desde lo cotidiano". El jurado ha valorado, además, el "buen tratamiento de los personajes, la sabia equidistancia del narrador y el logro de que lo más local adquiera caracteres universales".


De la obra de Ur Apalategi, nacido en París y residente en San Juan de Luz, el jurado ha querido destacar que en los siete cuentos se muestran "con destreza los entresijos de las relaciones humanas en el mundo de la literatura vasca, así como en otros ámbitos fundamentales para la supervivencia de nuestra identidad". A su juicio, se trata de una narración realista en la que destaca la multitud de registros que aparecen en el libro, desde la sátira y la parodia, hasta la ironía aguda, el humor duro, pasando por la crítica social, la ternura y el dramatismo. "Al lector le va a resultar atractivo, tanto por la osadía de la ficción como por la actualidad del lenguaje literario", señalan.
Los Premios Literarios Euskadi, que convoca anualmente el gobierno autonómico, están dotados con 18.000 euros cada uno, a los que se suman otros 4.000, ¡aviso a editores y traductores!, si la obra galardonada se publica en otra lengua.


jueves, 20 de octubre de 2011

Loro y sombrero de copa: la sinestesia según Landero

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"La sinestesia existe en la vida antes que en la literatura. La sinestesia es una experiencia vital, y surge de los rotos que el olvido va creando en la memoria. A Manuel le gusta ilustrar esto con el ejemplo de un barco donde viajan, muy alejados entre sí, un loro y un sombrero de copa. Es imposible que el sombrero y el loro lleguen a encontrarse. Pero he aquí que el barco naufraga, y entonces el loro encuentra una salvación instalándose de náufrago en el sombrero. Eso es exactamente una sinestesia. Y es que así funciona a veces la memoria: su naufragio en el tiempo permite que experiencias e impresiones alejadas entre sí se encuentren de pronto unidas  indisolublemente. Sin memoria no habría sinestesia por la sencilla razón de que  tampoco habría poesía".
(Luis Landero, Entre líneas: el cuento o la vida, Tusquets, 2001, p. 102)
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* La foto de Landero, que aparece delante del lago Neuchâtel (Suiza), es mía.
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martes, 18 de octubre de 2011

ALBERTO CORUJO

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ENANOS BLANCOS, HORIZONTES NEGROS
-Te ha salido una flor en el culo.
Amanda tenía razón, ahí descollaba algo, justo entre las nalgas, con sus pétalos luminiscentes y su ondulante tallo.
Amanda es la chica de servicio. Le encanta mirarme el culo. A veces, a mí también me gusta sobar el suyo. Y si su carga de trabajo no es excesiva, se toma un respiro y retozamos.
-Nutrientes no le harán falta –prosiguió-, pero tendrás que regarla. Qué  bonita es.
Solo que no era una flor.
-Es una estrella. Una enana blanca –dictaminó el abuelo, tras una segunda inspección. –Y lo que tú llamas tallo no es tal, Amanda, sino el cordón umbilical que la une a su creador.
Mi abuelo es el patriarca de la familia.  Tiende a desentenderse de todo lo que huela a problema, pero su opinión es altamente valorada por todos nosotros. Además, entiende lo que se dice un rato de cuerpos celestiales. Cuando se jubiló, afanó un telescopio en el bazar chino de la esquina y lo instaló en la azotea. Se pasa las horas allí, observando el firmamento. Sobre todo en las tardes diáfanas de verano, cuando más luce el sol. Por eso no me importó enseñarle el culo. Por si acaso, y para recabar una tercera opinión, el abuelo mandó llamar a mi padre. Pero antes me dio una manta que me cubriera, quizá porque papá es un poco pusilánime.
Mientras el abuelo explicaba el caso, con esa voz pausada suya, llena de ricas vetas, papá escuchaba en silencio. Asentía de vez en cuando. En sus ojos, por lo general inescrutables, parpadeaba el resplandor mortecino del desconcierto. Cuando el abuelo terminó su exposición, papá se rascó la cabeza. Luego me pidió que le mostrara el portento. Y eso hice, por tercera vez.
-Papá, ¿quiere esto decir que soy Dios? –pregunté.
-Pues, en principio...
-Cuidadín con lo que le sueltas a tu hijo –terció mamá a mis espaldas. Se ve que Amanda ya le había puesto al corriente-, no vaya a subírsele la estrella a la cabeza.
-Pero, ¿entonces...? –insistí. Necesitaba respuestas.
-Como mucho un demiurgo, nene –atajó ella-, o un dios menor. Hala, échate ahí y pon el culo en pompa, verás cómo esto lo arreglo yo en un pispás.
-¡Pero mamá!
-Ni peros ni leches en vinagre.
Cuando a mamá se le mete algo entre ceja y ceja no hay quien la replique. Adopté la infame posición. Mamá esgrimió esas tijeras plateadas con las que poda sus geranios, sus rosas y sus hortensias, las mismas que utiliza, cada luna nueva, para cortar los testículos de papá, e hizo lo propio con el cordón umbilical. No sentí dolor. Tampoco placer. Si acaso algo de náusea, y un ligero cosquilleo en salvas sean las partes.
Libre al fin, mi enana blanca permaneció flotando en el cuarto hasta que, apenas un par de eones más tarde, emprendió un vuelo majestuoso que me hinchó de orgullo. Fue así como nació el amor.
Todos en la familia nos apresuramos a seguir su estela, que la llevaría a alcanzar el reposo sobre la vasta inmensidad del salón. Todos excepto Cástor, claro. Mi hermano gemelo, que había permanecido al margen de los acontecimientos, veía la tele, repantigado en el sofá. Ni siquiera echó un vistazo. El muy envidioso abrió la bocaza y expelió un agujero de gusano negro, denso, retorcido como su vil inconsciencia. Inmundo.
Y mi estrella desapareció. Mi enana blanca. Mi tesoro.
Me quedé alelado, mirando ora el vacío, ora a mi hermano, cómo se burlaba de mí, retorciéndose de risa sobre la alfombra, feo como un demonio. No dije nada. Antes de que pudiera reaccionar, Amanda me tomó de la mano y me sacó de allí.
Fue así como nació el odio.
Ahora papá está regañando a Cástor. Pero su voz es blanda, amorfa, caducada como su esperma. Mamá le recuerda que no debe tomar partido por ninguno de los dos, como si ella no lo hubiera tomado ya. Puedo escucharles desde la forja. El abuelo ha salido a comprar tabaco. Amanda susurra promesas de un futuro mejor para nosotros y nuestros hijos. Mi dulce Amanda. Yo templo espadas, afilo cuchillos, despliego navajas. Y siento cómo se me van inflando los huevos, mientras sus ojos se van inyectando de sangre. 
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* "Cuarenta y dos años, varón, raza blanca. Licenciado en ADE. Ha desarrollado la mayor parte de su vida laboral en Londres. Desde 2010 reside en Gijón, Europa. Autor de microrrelatos, relatos breves, una novela y más microrrelatos. En la actualidad se dedica a escribir a tiempo completo, para lo que cuenta con la inestimable colaboración de su ayudante Dylan, un perro Mil leches de pura sangre, y Fonchito, su Agente en las Sombras. Tiene una bitácora -ODYS- en donde publica relatos con cierta asiduidad. Escribe el curriculum en tercera persona, quizá para superar el extrañamiento que le causa hablar sobre sí mismo".
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domingo, 16 de octubre de 2011

LUIS PÉREZ ORTIZ

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BUCLE
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Cuando iba a cruzarme con aquella chica sentí la urgencia de inventar algo para hablar con ella.
¿Alicia?, pregunté al llegar a su altura. Tono dubitativo, anticipando que podía tratarse de un error.
No me llamo Alicia, dijo. En sus labios una sonrisa esbozada. Por cortesía tan solo, lo sé, pero el gesto la volvía aún más encantadora.
Perdona la confusión, pero eres casi idéntica a una compañera de Facultad.
Pensé que iba a preguntar qué Facultad, o aclararme cuál era su nombre, o lo que ella había estudiado, pero mantuvo en silencio la sonrisa, dispuesta a reanudar la marcha.
Entonces di un giro a la invención.
Es que Alicia murió hace años y por eso… por un momento yo…
Esta vez hubo impacto.
Mientras me deleitaba explorando el ámbar de sus ojos a la vez que improvisaba el drama de Alicia, me preguntaba cómo haría si más adelante nos encontrábamos juntos con antiguos compañeros de la Universidad y ella se interesaba por Alicia.
Imaginé a Alicia desde cien ángulos y fijé una infinidad de detalles.
Con el tiempo, mi novia de ojos ambarinos y yo nos encontramos con viejos compañeros universitarios. Al surgir la pregunta por Alicia, mis descripciones y relatos eran tan vívidos, tan verosímiles, que los compañeros acababan corroborándolos como recuerdos vagamente comunes.
Fue el comienzo de una compleja e incesante maquinación, sin posible marcha atrás. Para tener cubiertos cuantos interrogantes pudieran surgir, había construido en mi mente una casa natal para Alicia, un colegio de monjas, una familia numerosa y una enfermedad trágica, en la que me volví experto.
Amo a mi esposa, y la luz ambarina de sus ojos me sigue estremeciendo como aquel primer día. Pero comprendo los celos que al pasar los años han germinado en ella. Porque, es verdad, Alicia me tiene cada día más enganchado.
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MICRORRELATO AL CUADRADO
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Cuanto pudiera contarte tan tarde sería microrrelato, me dijo.
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UN AMOR IRREVOCABLE
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Tras una larga entrevista con André Breton, el periodista portorriqueño Jefferson Rodríguez se estableció en Madrid para dar forma de libro a las cuantiosas notas.
Cerca de su residencia, una mendiga se sentaba cada mañana en el suelo con la espalda encorvada, la cabeza gacha y una mano extendida. El rostro, barnizado de mugre, quedaba oculto entre los cabellos apelmazados. Sus ropas andrajosas formaban un bulto oscuro.
Al depositar un día unos céntimos, los dedos de Jefferson tocaron sin querer la mano extendida. La mendiga alzó los ojos, por reflejo. Unos ojos negros de pupila fulgurante, rodeada de blanco puro y luminoso.
Fue un mero instante, pero al destino le bastó. En el periodista se despertó un amor fatal e irrevocable, superior a su capacidad emocional. Hubo un silencio electrizado, del que salió preguntándole el nombre con la mirada baja.
No me llamo Nadja, fue la respuesta que a duras penas llegó desde la oscuridad de la figura.
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*  Luis Pérez Ortiz (León, 1957) es licenciado en Bellas Artes y Filosofía. Desde 1975, y con la firma LPO, aparecen sus ilustraciones e historietas en revistas, editoriales y periódicos españoles. Ha publicado las novelas La escondida senda (1998), Apuntes de Malpaís (1998), Balneario de almas (2000) y Anonimato (2006), numerosos relatos, entre ellos el ciclo de Bedoniana, y también microrrelatos, incluidos en la antología Velas al viento (Cuadernos del Vigía, 2010). Estas `piezas son inéditas. Pueden verse muestras de estos trabajos en www.luisperezortiz.com y en www.cuadernistas.com

sábado, 15 de octubre de 2011

Landero en Neuchâtel

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Mañana, lunes, en la Universidad suiza de Neuchâtel, organizado por la profesora Irene Andres-Suárez, empieza el Grand Séminaire, coloquio internacional dedicado íntegramente a la obra de Luis Landero, con  la participación de investigadores procedentes de universidades italianas, francesas, mexicanas, suizas y españolas, como Joan Oleza, Epicteto Díaz, Yvette Sánchez, Elvire Gómez-Vidal, autora del único libro que existe sobre la obra del autor (El espectáculo de la creación y de la recepción: Juegos de la edad tardía, de Luis Landero, Presses universitaires de Bordeaux, Burdeos, 2009), y Luis Beltrán Almería, entre otros. Landero tiene en su haber novelas tan importantes como Juegos de la edad tardía (1989), El guitarrista (2002), Hoy, Júpiter (2007) y Retrato de un hombre inmaduro (2009), por sólo recordar las que él prefiere entre las suyas. Pero también ha publicado un excelente libro de artículos, ¿Cómo le corto el pelo, caballero? (2004), y una reflexión sobre el arte de la escritura, Entre líneas: el cuento o la vida (2000). 
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* La foto de Landero es mía y está hecha en Palma de Mallorca, en el 2008, delante de un móvil de Calder. Andábamos camino de la catedral para ver la capilla de Miquel Barceló.
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viernes, 14 de octubre de 2011

Lorca/Granada

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Leo en el diario ABC que el próximo día 3 de noviembre el Ayuntamiento de Granada va a nombrar a Lorca hijo predilecto de la ciudad. Pero si el autor de Poeta en Nueva York no lo era ya, cuando se han cumplido 65 años de su muerte y 36 de la llegada de la democracia, qué méritos hay que tener para alcanzar tan alto honor en la ciudad andaluza. ¿Alguien ha sido nombrado hijo predilecto hasta ahora? ¿Quién? ¿Existe, acaso, alguna persona en Granada con más méritos?
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jueves, 13 de octubre de 2011

Las calles de Compostela

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Museo del pintor y escritor E.F. Granell y mercadillo de ropa, junto a la fuente
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Rúa do Franco. El nombre proviene del apelativo genérico que se le daba a los peregrinos, francos
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Restaurante Casa Camilo, muy recomendable
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....Colegio Fonseca, actual biblioteca de la Universidad de Santiago
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Las torres de la catedral, al fondo
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El viejo fotógrafo no me dio permiso para que lo fotografiara con su cámara
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Santiago, redivivo
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El Palacio Rajoy, sede de la Xunta y del Consello de Cultura Gallega, donde di mi conferencia
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La plaza del Obradoiro y sus emblemáticos edificios
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Hostal de los Reyes Católicos
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El inevitable gaitero. Este me pareció un virtuoso que inundaba el espacio con su música
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Plaza Quintana
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Fuente de los caballos, a la que Lorca le dedicó un poema; fuente de deseos, de estilo italiano, en la plaza de las Platerías
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En el teatro representaban La ópera de perra gorda, con Luis Tosar como Mackie
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La Fundación Torrente Ballester
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Calle de las Trampas, y al fondo el monasterio de Belvís
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Al fondo, el convento, y a la derecha del muro, el parque de Belvís
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Santiago desde Belvís, una visita que me recomendó Joaquim Ventura, galleguista catalán
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El convento de Belvís
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El seminario, hoy también asilo de peregrinos
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El café Derby, frecuentado por Valle-Inclán y Castelao
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La fiesta medieval del sábado
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En la fachada de la iglesia, las ánimas del purgatorio ardiendo...
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El Centro Gallego de Arte Contemporáneo, obra de Álvaro Siza
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* Las fotos son mías.
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