lunes, 3 de febrero de 2014

Homenaje a Fernando Ortiz

......
SIGNOS VANOS

A esta hora de la noche, en Cuernavaca, el cónsul inglés Firmin
        ha salido de smoking, llueve, llueve, en busca de unos tra-
        gos de mezcal o de whisky.
Y Swann pide un coche que le lleve al salón de Madame

        Verdurin, donde quizá esté Odette.
En el destierro, allá en el Ponto Euxino, una tierra de bárbaros,

        lágrimas asoman a los ojos de Ovidio cuando acude a su
        mente la memoria de los últimos años pasados en Roma, y
        termina vertiéndolas a través de su cálamo.
Alto en su soledad, Luis Cernuda esperaba el acorde: momento
        intemporal, suma de los momentos temporales y placeres
        terrestres.
Y un estertor de Mozart era Eliot, esperando en su desolado
        Miércoles de Ceniza que el fuego y las rosas fueran uno.
Y Dante, güelfos y gibelinos, a la espera de las causas finales,
        Beatrice.
A esta hora de la noche Ricardo Molina, bajo la pálida luz del
        moriles, escucha el trueno sombrío y sordo del flamenco
        en alguna taberna de la Córdoba oscura.
Y hay quien se dispone a salir esta noche tan cálida a tomar unas
        copas con algunos amigos.
Y quien tiende en el patio interior la ropa íntima —mañana habrá
        que levantarse pronto y acudir al trabajo—.
Ya se apaga la luz de la mesilla y el libro cae de las manos.
El último pitillo es apagado, los dientes limpios, las cremas hidra-
        tantes, adiós, adiós, hasta mañana.
Los amantes se duermen, los cuerpos distendidos, después del
        viejo rito de la espera y el goce.
Y hay quien nace, quien agoniza lentísimamente o dobla la cabe-
        za de súbito.
Y esto también es rito y es espera, como lo es el giro de los astros
        y las constelaciones.
¿Verdad, Bernardo Soares, que interrogabas a las estrellas desde
        tu humilde cuarto de Rua dos Douradores?
Hasta mañana, Eugenio Montale, no podrás ver —y eso si la lluvia
        te deja— a través de un portón mal cerrado, el amarillo de
        los limones que deshielan tu corazón.
Mientras llega esa hora, Fernando, que todos esperamos y a todos
        se nos niega, no pienses, abandónate al sueño. Y olvida sig-
        nos vanos. 
 
 
 

* Fernando Ortiz (Sevilla, 1947-2014) ha sido poeta y articulista muy notable. Su obra puede leerse en la antología Versos y años. Poesía 1975-2003, publicada en la excelente colección Vandalia de la Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2003. La ed. es del poeta y ensayista Emilio Barón. Esta pieza pertenece al libro Marzo (1986).

1 comentario:

Isabel Mercadé dijo...

Descubrí a Fernando Ortiz hace muchos años en una antología que se llamaba "Nueva poesía Sevilla". Desde entonces lo fui siguiendo. Era de esos poetas excelentes pero poco conocido, tengo la impresión.