domingo, 6 de abril de 2014

EUGENIO MANDRINI, y 2

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MUSICA DE JAURÍA
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Todo el tiempo aullidos.
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Aullidos de amantes destronados. Aullidos de tenores desesperados por querer que los sordos oigan y aplaudan. Aullidos del viento en las hendijas de paredes de cartón. Aullidos del que increpa al sol porque no es cierto que él alumbre para todos. Aullidos de los perros que perdieron el regazo del último baldío. Aullidos del odio en el amor y del amor en el odio. Aullidos cuando el cielo se desploma en forma de bomba. Aullidos del que soñó con la muerte y al despertar e ir al espejo, el espejo no lo vio.  Aullidos de ambulancias aun en esas perfumadas noches de primavera. Aullidos del microcuentista que se extravió en los laberintos de la poesía. Aullidos del martillazo en el dedo y del aceite en el fuego. Aullidos de Dios en el octavo día. Aullidos de por no saber dónde estamos, ni qué fuimos a buscar tan lejos, ni por qué volvemos siempre al lugar de la ausencia. Aullidos del hambre que está solo y sin mesa. Aullidos de lujuria de los trenes nocturnos que se desvían de los rieles y persiguen a las vacas solitarias.
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Todo el tiempo aullidos.
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¿Cómo desoír entonces la música de la época?
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En cuanto a mí, ya estoy aprendiendo a gruñir.
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* Este microrrelato es inédito.
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1 comentario:

Patricia Nasello dijo...

Aullando de alegría con la bellísima prosa de Mandrini

Mi más cordial saludo, Fernando